Por Paola Jirón
El suceso ocurrido en la comuna de Vitacura durante este mes, en el cual se votó en contra de la propuesta municipal para modificar el plano regulador, genera varias reflexiones en torno a la posibilidad de democratizar la toma de decisiones en el ámbito urbano. En la búsqueda de un barrio residencial, vivible y armónico, más del 70% de los ciudadanos inscritos dijeron ‘no’ a las propuestas de aumentar las alturas de construcción en ciertas calles de la Comuna. Llegar a este punto no fue automático ni sin complicaciones, y requirió que un grupo de presión se conformara para requerir que la Contraloría General de la República exigiera al municipio llamar a un plebiscito para zanjar el asunto.
Teniendo muy presente que un plano regulador es mucho más complejo que la votación de 3 ítemes en un plebiscito, y que la participación ciudadana en el marco de este instrumento de planificación urbana es compleja, insuficiente, precaria pero absolutamente necesaria en nuestro país, este suceso presenta a lo menos tres reflexiones. Por un lado, la posibilidad de opinar y decidir frente a ciertos temas y tener injerencia efectiva en el futuro urbano de una comuna; por otro lado, un cuestionamiento sobre las capacidades y posibilidades reales de opinar e incidir democráticamente en función de los mecanismos existentes, y por último, el rol que le compete a las universidades en esta materia.
En cuanto al primero, es cuestionable pensar que un plebiscito, donde se simplifica de sobremanera un proceso de planificación urbana, sea el mecanismo mas adecuado. Sin embargo, lo sucedido en Vitacura refleja la necesidad de ampliar los debates respecto a la toma de decisiones tanto a escala comunal como metropolitana, ya que las decisiones de algunos inciden inevitablemente en la calidad de vida de muchos. En el caso de otras intervenciones urbanas en Chile, como el Transantiago, Costanera Center, autopistas urbanas, o la masiva construcción de edificios en altura en diversas comunas del país, se interviene con mínima preocupación por el impacto espacial y social que éstas generan, y, salvo en casos excepcionales de simple denuncia, la ciudadanía se queda generalmente maniatada, desprovista, ignorante y ausente de cualquier toma de decisiones.
Es importante aclarar que los procesos de desarrollo urbano son extremadamente dinámicos y multidimensionales, y uno de los instrumentos que lo regula es el plano regulador, que de por si es demasiado complejo como para ser decidido sólo en base a plebiscito. Estos mecanismos resultan ser populistas y peligrosos, ya que polarizan decisiones que son más grises que blanco y negro. También es necesario precisar que las autoridades debieran contar con las capacidades para elaborarlo, implementarlo y difundirlo adecuadamente para conocimiento de la población. Sin embargo, pese a que existen algunos mecanismos de participación, la opinión ciudadana no es vinculante, es decir que las decisiones finales sobre los temas de planificación urbana, finalmente no son sujetos a la opinión ciudadana. En este marco, lo que esta iniciativa sugiere es que es necesario afinar o reformular los mecanismos de planificación para democratizar la información respecto al desarrollo urbano (y no solo en lo que compete a planos reguladores si no también otras herramientas de la planificación urbana chilena). Ya que, al ver que ni los políticos, ni los técnicos, ni los medios de comunicación, ni los centros de estudios ofrecen los mecanismos adecuados para opinar y decidir sobre temas tan importantes como la altura de los edificios, la construcción de vertederos, la demolición de edificaciones, el resguardo de espacios públicos, es necesario buscar nuevas formas de legitimar la participación ciudadana.
En cuanto a la segunda reflexión, pese a que en los últimos años ha surgido un aumento paulatino de presión por temas urbanos, el caso de Vitacura plantea la duda si es éste el camino más indicado para democratizar las decisiones urbanas, reconociendo que la mayoría de la población chilena no cuenta con los medios legales, económicos o mediáticos para enfrentar debates de planificación urbana. ¿Acaso este tipo de ejercicio democrático informado sólo es posible en aquellas comunas donde los entes interesados y articuladores cuentan con profesionales ad hoc que sepan interpretar, transmitir y discutir al mismo nivel que las autoridades temas que se presentan de alta complejidad técnica? ¿Qué pasa con aquellas comunas donde su población no cuenta con los mecanismos de representación, grupos de presión, representantes políticos, ONGs, que puedan apoyar la sensación de avallasamiento con la que se lleva a cabo el desarrollo urbano en Chile?
Los procesos de desarrollo urbano en Chile están dejando de manifiesto el vacío existente entre las decisiones políticas en materia urbana, y la opinión ciudadana al respecto, que experimenta un creciente malestar en estos temas. Los canales existentes para manifestar cuestionamientos frente a la gestión urbana son insuficientes y además inútiles, ya que, al no ser vinculantes con las decisiones finales, poco interés surge desde la ciudadanía para hacerse participe, ya que al final del día, su opinión no será considerada. Es decir que tanto los municipios como los demás entes públicos no cuentan con la capacidad de manejar el malestar ciudadano, no existen mecanismos ni interés por entenderlo. A nivel internacional, la planificación urbana hace mucho tiempo que dio un vuelco comunicacional, donde la capacidad de participación ciudadana es esencial para la sustentabilidad de las intervenciones, y hoy en día se reconoce éste como uno de los ámbitos de mayor relevancia política en las decisiones en la sociedad. Nuestro país, aun está en pañales al respecto
Y finalmente ¿cómo nos quedamos los centros de investigación y en especial las universidades públicas frente a esto? ¿Cuál es nuestro rol como investigadores, cuyos trabajos se encuentran publicados y presentados a nivel internacional, o apoyan decisiones de política pública nacional, pero que poca injerencia tienen en la vida cotidiana chilena? Resulta evidente nuestra ausencia e inaceptable nuestra pasividad. Este tipo de situaciones nos evidencia que se requieren acciones concretas de nuestra parte y nos implica comenzar a comunicar, aprender a asociarnos, apoyar procesos, servir de fuente de conocimiento de realidades y de formas de opinar, pero por sobre todo de iluminar nuevas formas de discusión y democratización de la información para que más ciudadanos puedan opinar y tener impacto en las decisiones urbanas que se toman. Se requiere apoyar la creación de los mecanismos necesario en las distintas fases de la planificación urbana y cuestionar su forma de operación actual, con el fin de hacer vinculante la postura de la población y que no sea una mera opinión desechable. Otra acción implica poner sobre la mesa los nuevos temas que son de gran relevancia para la ciudadanía hoy, a partir de información relevante, actualizada y pertinente, en formatos más ágiles y cercanos. Estas acciones debieran producir cuestionamientos serios sobre la forma de pensar y construir ciudades, no solamente para quienes tienen los medios para opinar, si no para toda la población.
me parece que los habitantes de esta gran ciudad por alguna extraña pero muy pertinente razon estamos despertando de la hipnosis y logrando volver a ser habitantes activos del habitad , sueño con despertar un dia y que hallamos vuelto con la tierra a la armonia .
Buscando materiales para una discusión sobre el tema del PRC de Peñalolen, em encont´re con este artículo. La verdad es que uno de los temas relevante y con evidente pocos avances, son los mecanismos de participación efectiva de la ciudadanía en temas que teniendo componentes técnicos complejos, merecen mecanismos más adecuados de consultas y discusiones vinculantes, pues en definitiva afectan la calidad de vida de la población muchas veces mas allá del futuro inmediato. Y no se trata de buscar soluciones simplificadoras del debate, como pudiera interpretarse un plesbiscito, sino de hacer el efectivo ejercicio de modificar la ley para generar condiciones efectivas de participación, que considere a la población en el debate primigenio de los temas, cuando esto lo amerite,y que por otro lado le entregue las herramientas necesarias para hacer que efectivamente exista una segunda opinión informada e interesada. La población siempre puede ser educada, y las entidades de educacion superior pueden jugar un rol importante en esto de crear una opinión ciudadana informada- técnicamente capacitada- exigente de particiación efectiva