Por Claudio Pulgar Pinaud, Académico INVI (@cpulgarpinaud)
En el contexto de importantes discusiones al interior de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, la cual se encuentra en proceso de reestructuración, reforma curricular y definición del rol o perfil de los egresados, creemos que es necesario compartir una experiencia que refleja un postura frente a estos temas. El artículo que se presenta fue publicado en el marco del XIV Encuentro de la Red ULACAV (Red Universitaria Latinoamericana de Cátedras de Vivienda) realizado el año 2008 en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo FADU de la Universidad de Buenos Aires UBA, Argentina.
Título: “Vivienda social y calidad residencial: participación de los pobladores en el proceso de enseñanza-aprendizaje”
Autores: Claudio Pulgar Pinaud y Graciela Terreros Arellano
Palabras claves: participación, mejoramiento habitacional, enseñanza-aprendizaje, diseño
En un país como Chile, en el que las escuelas de arquitectura han proliferado(1), debido al sistema de educación superior que se ha entregado al libre mercado, permitiendo una amplia oferta de universidades (especialmente por la multiplicación de instituciones privadas), las mallas curriculares de todas, si bien presentan matices, tienden a una formación profesionalista, enfocada en el caso de la arquitectura al diseño de vanguardia o de grandes proyectos(2), y sin embargo, el desarrollo y fomento de la responsabilidad y del rol social del arquitecto encuentra un lugar escaso e incluso nulo en la mayoría de las escuelas.
Mientras se da el espacio para conocer tanto las históricas como las nuevas corrientes del diseño arquitectónico, los tradicionales sistemas constructivos y las nuevas tecnologías, y la evolución de la planificación urbana, vemos en esta formación la ausencia de la discusión respecto a la contingencia nacional y latinoamericana en materia habitacional, que aún cuando es un tema recurrente para la crítica – siempre desde afuera – no se le ha dado el espacio para la discusión analítica, para la proposición ni para la invitación a formar parte de la problemática y generar posibles soluciones.
Contexto Institucional
En el marco del mandato fundacional que tiene la Universidad de Chile de reconocer su responsabilidad en las tareas de país, el Instituto de la Vivienda desde sus inicios se ha aferrado a ello, volcándose al ámbito habitacional desde distintos campos de acción, siempre con el afán de una visión integral y multidisiplinaria, pretendiendo llegar a los distintos agentes del proceso habitacional.
A partir de esa misión, el INVI hace la invitación a los estudiantes al abrir un espacio en la docencia de pregrado de la escuela de arquitectura, para llegar a ellos con un enfoque de toma de conciencia y responsabilidad social en la preparación de nuevos profesionales, sin embargo debe hacerlo a través de un curso optativo de “formación general”, puesto que debe adecuarse a lo que fija la malla curricular de la carrera de arquitectura.
Si observamos dicha malla, es curioso que la vivienda – uno de los programas arquitectónicos más recurrentes en el ejercicio profesional – tenga tan poca dedicación para el análisis y el estudio, considerando el complejo marco teórico que envuelve a este ámbito.
El perfil profesionalista de la formación del arquitecto, reproducido por generaciones de docentes, consiste en la división en asignaturas como compartimientos estancos y el divorcio entre teoría y práctica. Es decir lo multidimensional, el enfoque de la complejidad y el pensamiento relacional quedan fuera, y se reproduce un enfoque reduccionista, centrado en el diseño de objetos.
Nos referimos a un perfil que se adentre en comprender el hábitat residencial, entendiendo que es, sin duda, el primordial entre las distintas formas de habitar que tiene el ser humano, puesto que contempla más completamente las acciones que implican el ser del hombre, más que el sólo residir.
Más allá de un ejercicio de taller abocado a la vivienda como objeto, se trata de imbuirse en el tema para comprender que el hábitat residencial contempla un sistema habitacional compuesto por escalas, donde la unidad de vivienda que acoge a la familia (3), está inscrita en una unidad mayor que es el entorno inmediato, éste a su vez, en el conjunto habitacional y en el barrio, en el cual habita la comunidad y así como la vivienda contempla ciertos elementos que cumplen el rol de satisfactores de las necesidades de sus habitantes, el entorno debe contar también con infraestructura y servicios que satisfagan las necesidades de esa comunidad.Por lo tanto, la vivienda no es un objeto en sí mismo por cuanto se inserta en un soporte mayor; es parte del barrio y de la ciudad, tal como el individuo es parte de la familia, ésta lo es del vecindario, de la comunidad y así sucesivamente a mayor escala. Esto conlleva a entender que el sistema habitacional se halla en un contexto socio-físico, para así comprender el concepto de lugar, puesto que según Schulz “los espacios donde la vida ocurre son lugares, en el verdadero sentido de la palabra (…). un lugar es un espacio que tiene carácter preciso”, definición que lleva implícito otro concepto, el de identidad, sea ésta individual o colectiva.
Y, a partir de lo anterior, se hace necesario enfocar el estudio de la vivienda comprendiendo que ésta no es un objeto estático, sino que, como parte de este sistema complejo, implica desarrollo, evolución, crecimiento o ajuste, puesto que lo físico debe responder a modo de soporte adecuado a sus habitantes, como lógica consecuencia de que la vida está llena de cambios, de evolución e involución y por ello, nuestra perspectiva de estudio es la vivienda como proceso.
Respecto a esto, un breve análisis sobre los ejercicios de Taller cuando el caso de estudio es “vivienda para un usuario x”. Dos comentarios al respecto: el primero en cuanto a que estos ejercicios suelen obtener como resultado un objeto único y permanente, vale decir, un producto que es “la” respuesta a una visión fotográfica del “usuario”, el que tiene tales características y que, por ello, necesita “tal” solución; dejando de lado, la relatividad de las cosas y la proyección respecto a las características que le son atribuidas a ese “usuario”. Y, sobre lo mismo, el tener como centro de estudio a un usuario, hace olvidar que –especialmente para el caso – su condición inherente es ser habitante, es decir, su relación primordial con el objeto de diseño es el habitar y no sólo el usar.
Todo esto, para comprender que la calidad residencial, como un ámbito de la calidad de vida, contempla un espectro de variables y factores bastante complejo, en tanto que abarca al sistema habitacional con sus escalas y las relaciones de unos y otros en dichas escalas, las necesidades del habitante, aquellas permanentes y aquellas que son temporales y por lo tanto, los satisfactores para cada caso.
Otro aspecto necesario de abordar, es que el proceso habitacional requiere de la participación de agentes involucrados desde su rol, sea éste público o privado, como profesional-técnico, intermediario o poblador. La participación activa hará de éstos, actores del proceso habitacional y ésa es la invitación que hace el INVI a sus alumnos, el hecho de que a partir de una aproximación teórica al problema habitacional que viven hoy en día los sectores más vulnerables de la sociedad, los futuros profesionales sientan el deber social de ser parte de la problemática, pero como gestores de la solución. Lo anterior, no sin comprender que el arquitecto es una pieza más de dicha solución, una pieza importante, sin duda, pero nunca autosuficiente, ni protagonista, ya que es parte de un sistema mayor, y es gracias al complemento de las partes el que el sistema logre funcionar.
Participación social como método de enseñanza-aprendizaje
La participación puede ser definida como “el trabajo colectivo de varias personas tanto en la determinación de los objetivos como en la definición de los caminos para llegar a ellos”(4). En la formación de los nuevos arquitectos “la participación en los procesos colectivos de toma de decisiones se reconoce como uno de los ejes centrales de la construcción democrática de una sociedad(5)”.
Desde este enfoque es que planteamos que en la enseñanza los futuros profesionales tengan una verdadera, aunque sea temporal y corta, inserción en el medio, preparándolos para ver las demandas reales, acercándolos a métodos de trabajo y relación directa con la comunidad. Trabajamos con el enfoque de que “…el que asiste considera que lo que el asistido necesita se debe determinar en un trabajo conjunto entre ambos, el que asiste y el asistido, con apertura a otros actores, convocados por sus conocimientos, por sus recursos, o por su relación con la situación de necesidad (6)”.
El rol social del arquitecto
Planteamos al arquitecto, en su enfoque profesional, más que proveedor de objetos, como un facilitador y potenciador de procesos, en este caso habitacionales, un verdadero articulador social,capaz de superar el paradigma de la mera creación de formas por uno más cercano a las humanidades. En definitiva “concebimos a la arquitectura más como profesión de servicios humanos, asemejándose en su carácter a las profesiones medicas y de ayuda. Éticamente, ello significa, ya no sólo una responsabilidad por lo que se hace (que la casa sea de buena calidad) sino además por lo que no se asume”(7). Es decir, insertar a los estudiantes en la complejidad de realidad urbana, indagando en los procesos y en las posibles razones de la pobreza urbana y, a su vez,las políticas públicas, en este caso habitacionales, que aparecen para paliarla.
Contexto nacional, el parque habitacional construido
Las graves carencias habitacionales que se evidenciaron hace unas décadas en Chile, alcanzando a 900 mil familias(8) a nivel nacional, llevaron a que el Estado adoptara políticas que atendiera a las familias más vulnerables habitacionalmente, mediante la entrega de viviendas definitivas, en un plazo determinado; a modo de disminuir progresivamente en números dicho déficit, para tender a una erradicación del problema, en un mediano plazo.Para ello, se redoblaron los esfuerzos y se adoptaron medidas de producción masiva, estandarizada y de bajo costo, tanto en lo constructivo (superficie y estándar) como en la elección de emplazamiento (bajo las reglas del mercado de suelos, en un contexto de crecimiento demográfico y expansión urbana).
De lo anterior – tras años de aplicación de este sistema – desprendemos no sólo los resultados numéricos exitosos ya que la entrega de viviendas avanzó más rápido que la proliferación de la carencia, sino que, además, nos hallamos con una serie de secuelas negativas para quienes resultaron “beneficiados”(9) por estas soluciones habitacionales. Algunas de esas secuelas son: la segregación, fragmentación, hacinamiento, inseguridad, resentimiento y falta de identidad, y ello se debe a un enfoque viviendista(10) que apuntó a entregar techo a las familias carentes, pero desatendió el resto de variables que hacen que la vivienda más que un objeto por sí solo, es parte de un sistema y que se retroalimenta de él no sólo en lo físico sino también en el ámbito social.
El paisaje urbano recurrente en el país, nos muestra ciudades desagregadas, con extensas periferias marginadas de servicios y de infraestructura que sí encontramos en otros puntos de las mismas ciudades, y con ello percibimos el desencanto de esos habitantes marginados, el resentimiento a la ciudad que no les atiende sus necesidades, a la sociedad que continúa su vida ajena a esos problemas y, con ello,el descuido, el deterioro y obsolescencia del parque habitacional construido hace no tantos años, áreas libres que se pensaron como espacios de esparcimiento que hoy son terreno de nadie – los no lugares – grandes extensiones de unidades habitacionales sin fin, sin variación, sin pausas ni infraestructura básica adecuada. Soluciones habitacionales que olvidaron la diversidad social; las familias son distintas, aún cuando sean todas ellas vulnerables, y por lo tanto las necesidades y aspiraciones son distintas. También se olvidó que pertenecemos a un país de gran diversidad geográfica ya que, sin embargo, un mismo modelo era replicado a lo largo del país. Parece ser que en este contexto de la vivienda de bajo presupuesto, se dejó de lado la arquitectura y se dio paso, simplemente a la construcción, como si la arquitectura fuera un lujo exclusivo de unos pocos.
En este escenario, movido por la preocupación de esta problemática evidente, el Instituto de la Vivienda, en su quehacer de estudio y evaluación de las políticas habitacionales, desarrolló investigaciones y propuestas sobre vías de solución para el mejoramiento habitacional, con un énfasis en la integralidad de las soluciones, la importancia de la flexibilidad del diseño, el equipamiento y los servicios básicos, sin olvidar el fomento de la conformación de barrios. Estos estudios y propuestas, pudieron ser materializados en algunas experiencias de proyectos pilotos(11), interviniendo estructuras existentes de viviendas sociales que presentaban evidente deterioro y obsolescencia(12); siendo fieles a la misión de ser parte del proceso habitacional.
Nueva Política Habitacional de mejoramiento de la calidad e integración social.
Ante las evidentes secuelas de las políticas anteriores, exitosas en su objetivo de disminuir el déficit cuantitativo, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) declaró en su publicación “El Déficit Habitacional en Chile” (2004) el reconocimiento por parte del Estado de la necesidad de ejecutar una cantidad importante de obras de mejoramiento al parque habitacional construido, puesto que se comprende que el déficit no solo existe en cantidad de unidades de vivienda sino también en cuanto a la calidad residencial de las soluciones.
Surge así, una nueva política habitacional(13), cuyo enfoque está, esta vez, en el mejoramiento de la calidad residencial (lo que implica calidad además de cantidad) y con ello, la integración social (tender a reducir la desigualdad de oportunidades, aunque claro está, eso es un tema transversal mucho más complejo, que debe ser enfrentado por todos los sectores).
A partir de la necesidad imperiosa de actuar en el mejoramiento del parque habitacional existente, nace un nuevo programa habitacional, el de Protección al Patrimonio Familiar, el cual apunta a tres líneas:
·Mejoramiento del entorno: para atender a la percepción de seguridad de los habitantes y/o a la necesidad de equipamiento y áreas verdes.
·Mejoramiento de la vivienda: para atender necesidades de seguridad de la vivienda, habitabilidad, mantención, mejoramiento de bienes comunes en copropiedades.
·Ampliación de vivienda: considerando la necesidad de más superficie, como un dormitorio adicional, ampliación de los espacios comunes de la vivienda o de los recintos húmedos de baño, cocina o lavadero, o acondicionar un recinto de trabajo (muchas familias trabajan desde sus hogares).
Con esto, se reconoce no sólo la necesidad de mejoramiento de la calidad residencial, sino además, conlleva un reconocimiento de la diversidad de necesidades de las familias, entendiendo, entonces que la solución habitacional debe responder a los requerimientos de familias que son distintas unas de otras.
En este escenario, una comunidad de 30 familias de la comuna de San Bernardo(14), hizo llegar al Instituto de la Vivienda su inquietud de participar en el nuevo programa habitacional. Se trataba de familias que habían obtenido su vivienda hacía 15 años, aún cuando ésta contaba con un programa de estar-comedor, cocina, baño y dos dormitorios, y la construcción se encontraba en general en buen estado; en los 30 casos requerían ampliar la superficie de la vivienda, puesto que se hacía insuficiente para la cantidad de habitantes o para las actividades que realizaban al interior de la vivienda.
La propuesta Invi de taller
La labor del Instituto de la Vivienda ha procurado ir más allá de las aulas, y así como las experiencias de mejoramiento señaladas anteriormente, ha estado presente la inquietud por extenderse a la comunidad y aplicar en terreno los conocimientos aprehendidos en la docencia y en la investigación.A partir de la necesidad del comité de familias de San Bernardo, se presentó la oportunidad de realizar la tarea de asistencia técnica y aprovechar esta ocasión para acercar a los estudiantes a participar de este trabajo comunitario.
Con esta motivación se formuló un curso que requería la metodología de taller, de modo tal que la teoría fuera el sustento del trabajo práctico desarrollado en equipos, cuyo fin era aportar soluciones a las problemáticas que presentaban las familias con las cuales se trabajaría.
Ante esta posibilidad, el INVI presentó a la Dirección de Escuela de la carrera, la alternativa de cambiar la modalidad que había adoptado anteriormente su cátedra de pregrado, como curso Optativo de Formación General (con menos créditos y, finalmente, de menor peso en la malla curricular), para adoptar la modalidad de curso electivo de profundización(15) para 4º año de Arquitectura, eso sí, adscribiéndose como cátedra de Urbanismo Avanzado, dado que la malla curricular no admitía crear oficialmente el área de formación académica en vivienda.
Se planteó un curso compuesto por las siguientes fases:
·Introducción
·Fase exploratoria
·Fase de propuesta
·Desarrollo de ante-proyecto
·Elaboración del expediente
De esta manera se distribuyeron tanto la entrega de contenidos, como las actividades del caso de estudio (visitas a terreno, correcciones, entregas) conforme al avance del proceso requerido para el fin de postular al comité de familias con un proyecto en el Servicio Regional de Vivienda y Urbanización (SERVIU).
Experiencia, caso de estudio-aplicación
Una interesante instancia, se dio inicialmente cuando los alumnos dieron a conocer sus inquietudes respecto al tema habitacional y sus expectativas respecto al curso. Comprobamos entonces que el interés de muchos está en explorar la problemática habitacional porque sienten que el rol del arquitecto también está en su responsabilidad social y que se sintieron motivados ante la invitación a participar en un caso real.
Si bien, la idea inicial respecto a la metodología del curso contemplaba una primera parte teórica para proceder en una segunda etapa a la práctica, la realidad de tener a un grupo de familias esperando por una propuesta a sus necesidades de mejoramiento y los plazos de postulación al programa de Protección al Patrimonio Familiar (PPF), nos condujo a avanzar paralelamente en las dos líneas metodológicas. Con esto, a veces, nos hallamos con la riqueza de enfrentarse a la realidad, adelantándose a la teoría y dejar que fuese descubierta espontáneamente y reafirmada e incluso analizada y discutida posteriormente en una clase.
En la primera fase de presentación, se entregaron nociones básicas conceptuales y se entregó a los alumnos, la información respecto al programa en el cual se trabajaría, previo a la primera visita a terreno.
En dicha visita, los equipos recibieron la identificación de las familias que les correspondía trabajar y procedieron visitar caso a caso.La tarea consistía por un lado en corroborar – a partir de planimetría de las viviendas originales del conjunto – el estado de cada vivienda, y reconocer alteraciones que había sufrido la estructura inicial; y por otro lado, hacer un levantamiento de la información del núcleo familiar, integrantes, necesidades y expectativas del proyecto, para ello, el equipo docente los apoyó junto a dos profesionales (una asistente social y un arquitecto) del SERVIU, quienes conocían mejor a los integrantes del comité.A raíz de esta actividad nos encontramos con una amplia diversidad de situaciones: a partir de una misma estructura de vivienda, los habitantes la habían adecuado a sus distintos requerimientos (con acertados y desacertados resultados) y las necesidades de ampliación solicitada tenían variados orígenes, pero, ante esta diversidad, primaba el acuerdo de realizar una propuesta común para las 30 familias, distinguiendo en ello a una comunidad organizada, con líderes que guiaban y con integrantes que procuraban mantener los acuerdos y colaborar.
De esa visita se desprendió el diagnóstico por parte de los alumnos. Más allá de los acuerdos de uniformidad, era evidente la diversidadde situaciones (tipos de familias, actividades que realizaban en su hogar, condiciones de discapacidad física, requerimiento de privacidad, alteraciones hechas a la vivienda original) para las que se requerían distintas soluciones. A partir de dicho diagnóstico los equipos formularon propuestas iniciales, tendientes a corregir irregularidades normativas (ampliaciones fuera de norma llevadas a cabo por los habitantes), situaciones de inhabitabilidad o simplemente propuestas de ampliación como respuestas a los requerimientos identificados.
Estas propuestas pasaron por una primera revisión en la que, además del equipo docente, participaron profesionales de la Dirección de Obras Municipales(16), quienes evaluaron las propuestas desde el aspecto normativo, catalogando las propuestas entre lo que estaba o no permitido. Ello sumado a las observaciones tanto de los compañeros como del equipo docente, respecto a la opinión sobre soluciones convenientes o inconvenientes desde aspectos formales, de habitabilidad, optimización de espacios, etcétera. Fue en instancias como éstas, en que las propuestas se sometieron a juicio de diversas opiniones, en busca de buscar mejores soluciones.
Una vez corregidas estas propuestas recurrimos a una segunda visita, esta vez con el comité reunido en la casa de uno de los dirigentes. Grande fue la sorpresa al darnos cuenta de que nuestro lenguaje de arquitectos (planimetría e imágenes virtuales) no se daba a entender ante nuestro “cliente” y que éste prefería las maquetas desmontables que exponía uno de los equipos. Y, coincidencia o no, la maqueta representaba mejor las expectativas del comité, logrando reunir en ella, las ideas que surgieron de la discusión colectiva conformada por las familias, los estudiantes y los docentes.
Con la opinión de las familias, sumada a la de los profesionales de la DOM y a las correcciones hechas en instancia de taller, se formularon las propuestas finales, cada vez, tendiendo más a ajustar las superficies y la materialidad, considerando el límite financiero con el que contaría el proyecto (subsidio de 90 UF, más ahorro de las familias de 5 UF (17)), gran desafío para quienes, en el adiestramiento cotidiano de proyectar como ejercicio académico, nos hemos visto ajenos de normativas y de presupuestos y al enfrentarnos a ello, caemos en cuenta de que nuestro ingenio se ve acotado.
Esta fue una lección que rescataron algunos alumnos de esta experiencia, es en lo pequeño, sencillo y restringido (espacial, financiera y normativamente) donde encontramos los mayores desafíos a nuestra creatividad y no, en cambio, en el escenario de un encargo en el que se deja libre determinación al arquitecto-diseñador. Porque cuando hemos criticado tantas veces las soluciones habitacionales para los más carentes y entramos luego en el ejercicio de la propuesta, nos percatamos de lo complejo que es innovar. Otra lección, a raíz de lo mismo, nos la dan muchas veces los mismos habitantes, quienes concientes del presupuesto con el que cuentan y, sobre todo, de las necesidades que tienen, logran resultados ingeniosos, que con nuestra formación (o ¿deformación profesional?) no habríamos imaginado.
Es por eso que debemos ser más humildes en nuestra labor, ya que somos quienes interpretamos los requerimientos de los habitantes, le damos forma acorde a lo posible, pero para ello debemos conjugar nuestros conocimientos con el saber escuchar, para poder interpretar de la mejor forma lo que requiere el mandante, sea éste, poblador o un personaje importante. Las necesidades básicas son las mismas, pero las expectativas a partir de otras necesidades son las que hacen la diversidad. Con nuestro rol, somos una pieza más de un gran engranaje, su funcionamiento depende tanto de nosotros como de los demás actores.
Afortunadamente, el trabajo de estos alumnos obtuvo como resultado la postulación de un proyecto de ampliación habitacional y con ello, la asignación de los subsidios correspondientes a las familias. Sin embargo, para ello debimos aunar las propuestas en una sola, pero con adaptaciones según los casos, puesto que los tiempos de preparación de expedientes, de aprobación por parte del municipio y de revisión por parte del SERVIU, como las condiciones de las empresas constructoras, hacen poco probable la presentación de un proyecto con tantas alternativas distintas, entonces nos damos cuenta que debemos truncar nuestros ideales de diseño flexible, estandarizando las soluciones al mínimo de opciones posibles, unas tres, pero que no impliquen grandes diferencias entre ellas, para no asustar a la empresa constructora que se comprometa a participar del proceso.
Hoy han transcurrido meses desde que el subsidio fuera asignado a las familias y aún nos encontramos a la espera de ligar a uno de los actores fundamentales dentro del proceso habitacional, en la etapa de ejecución de las obras(18). En parte, se debe a trabas propias del diseño del programa, pensado para pequeños empresarios (debido a que el volumen de obras es menor), sin embargo, la falta de confianza en las pequeñas empresas, por ser éstas catalogadas de menor categoría, condiciona a que el sector público, como resguardo, no otorgue facilidades financieras, como anticipos. Y entonces quedamos entrabados en que sin anticipos, una empresa pequeña no tiene las espaldas para sostener un avance de obras por sus propios medios.
Pero también la responsabilidad la podemos encontrar en la falta de voluntad de algunas empresas, en aquellas que sí podrían sobrellevar un avance de obras bajo las condiciones del programa; pues no se sienten animadas a participar porque el volumen de obras será proporcional a las utilidades, y en su rol como privado, prima su interés de lucro.
¿Y nuestra responsabilidad como diseñadores? Acostumbrados a proyectar sobre papel – hoy en día, más bien, en el computador –,nos encontramos en una gran encrucijada cuando se trata de ponerle valor a cada centímetro que proyectamos y entonces nos vemos a nosotros mismos bajando los estándares que pretendíamos mejorar inicialmente.Evidentemente que será de gran utilidad someternos más continuamente a ejercicios como éste, para darnos cuenta de que nos falta adiestramiento para ser capaces de proponer soluciones viables y replicables bajo las condiciones que sea.
Por todo lo anterior, desprendemos que indudablemente las lecciones no sólo fueron para los alumnos, sino también para el equipo docente, por cuanto en la labor académica respecto a que la formación de arquitectos-diseñadores no estamos entregando las herramientas que impliquen formular propuestas factibles en lo financiero (tan fundamental cuando ése ha sido siempre el tope); y especialmente en el rol como arquitectos, el desafío que se nos presenta está en saber responder a los habitantes que nos requieren; en cada escenario, sea éste favorable o adverso, siempre siendo fieles a nuestra misión en la sociedad.
BIBLIOGRAFÍA
Assael, David; Muñoz, Francisca. 2008. “Visión y competencias de nuevos arquitectos: Mapa de las escuelas de arquitectura en Chile 2008”, Revista CA 134.
HARAMOTO, Edwin. 1998. Conceptos básicos sobre vivienda y calidad: Qué significa apreciar o valorar la calidad de la vivienda. Qué aspectos de la vivienda se pueden y se deben medir o valorar. Instituto de la Vivienda. Santiago, Chile.
LOBOS, Jorge. 2008. “Necesidad de cambios en la enseñanza: El rol del Arquitecto”. En: Revista CA nº 134. Santiago, Chile.
Mac Donald, Joan. Vivienda progresiva. Corporación de promoción universitaria. Santiago. 1987.
SEPÚLVEDA, Rubén. Et Al. 2005. Hábitat residencial y proceso habitacional. El modelo habitacional.Instituto de la Vivienda. Santiago, Chile.
SEPÚLVEDA, Rubén. Et Al. 2005. Mejoramiento del Parque Habitacional. Instituto de la Vivienda. Santiago, Chile.
Pelli, Víctor. 2007. Habitar, participar, pertenecer: acceder a la vivienda: incluirse en la sociedad.
Romero, Gustavo. Mesías, Rosendo (Coord.). 2004. “La participación en el diseño urbano y arquitectónico en la producción social del hábitat”. Cyted, México.
Notas:
(1)A modo de resumen, es posible afirmar que:
La carrera de arquitectura en Chile es impartida en 44 escuelas, en 32 universidades. Existen 18 escuelas de arquitectura sólo en Santiago, 13 en el norte y 13 en el sur del país. En primer año de arquitectura 2008, se matricularon 1.976 alumnos, dentro de un universo de sólo 26 escuelas, no de las 44 que existen. En 2007, se titularon 869 arquitectos, dentro de un universo de 26 escuelas. Existe un promedio de 76 alumnos matriculados por escuela, lo que supone un total de 3.340 alumnos matriculados por año en 44 escuelas a nivel nacional. Existe un promedio de 33,42 arquitectos titulados por escuela, lo que supone un total de 1.470 arquitectos titulados por año en 44 escuelas a nivel nacional. El promedio de duración de la carrera es de 11,5 semestres. La mayoría de las escuelas la carrera tiene una duración de 10 semestres y 2 semestres de proceso de titulación. Datos obtenidos del artículo: Visión y competencias de nuevos arquitectos: Mapa de las escuelas de arquitectura en Chile 2008, Revista CA 134.
(2) Algunos datos: De los 6.600 millones de seres humanos que hoy viven en el planeta, dos tercios –es decir, 4.400 millones de personas – no tienen acceso a ningún producto formal de la arquitectura: proyecto, material, sistema industrializado, profesional, ayuda gubernamental, instalación eléctrica, Internet, etc.
En un estudio realizado por el postítulo de asentamientos humanos de la Universidad Politécnica de Madrid, se descubrió que sólo el 10% de los arquitectos del planeta se dedica al diseño arquitectónico. De ellos, a su vez, solo el 10% se dedica al diseño por encargo, es decir, el 1% del total y generalmente en los sectores más acomodados del planeta. Esto resulta una gran paradoja, pues gran parte de la enseñanza de arquitectura tiene la modalidad del diseño por encargo. De hecho, es suficiente analizar la modalidad de titulación de la mayoría de las universidades en el mundo, donde el proyecto arquitectónico es un edificio. Es decir, estudian un tema que, con suerte, el 10% de ellos logrará aplicar en su vida profesional. Datos de JORGE LOBOS en Articulo”Necesidad de cambios en la enseñanza: El rol del Arquitecto”, REVISTA CA 134)
(3) Comprendiendo que la familia es la unidad básica de la sociedad, sin embargo este núcleo puede estar compuesto por personas que no necesariamente presentan un lazo consanguíneo y que, incluso, este núcleo puede ser unipersonal.
(4) La participación en el diseño urbano y arquitectónico en la producción social del hábitat” Coord. Romero, Gustavo. Mesías, Rosendo. Cyted, México, 2004.
(5) Idem.
(6) Habitar, participar, pertenecer: acceder a la vivienda: incluirse en la sociedad
(7) Mac Donald, Joan. Vivienda progresiva. Corporación de promoción universitaria. Santiago. 1987.
(8) Un alto porcentaje de déficit para una población aproximada del país, de 13 millones de habitantes para ese entonces.
(9) Beneficio, entre comillas, puesto que para muchos, irónicamente la solución de un problema trajo consigo nuevos problemas, prueba de ello es el estudio realizado hace unos años, el que indicó que el problema principal ya no era de los sin techo, sino que el de “los con techo” (Rodríguez, Sugranyes. 2004).
(10) Y muy técnico, siempre con un énfasis en lo constructivo, debido a una formación muy sectorialista del problema, carente de una visión integral y multidisciplinaria.
(11) En la publicación “Mejoramiento del Parque Habitacional” (Rubén Sepúlveda O. Et al., 2005) se exponen tres experiencias de mejoramiento residencial: el proyecto de mejoramiento urbano y habitacional de la Villa Paula Jaraquemada; la ampliación de viviendas básicas a media altura en conjuntos habitados de la Población Los Quillayes; y el programa de Vivienda Progresiva, modalidad Densificación Predial en la comuna de Huechuraba.
(12) Obsolescencia en su noción más amplia, referida a cuando las viviendas o el equipamiento del entorno no cumple con los requisitos para responder a las necesidades de sus usuarios, por ejemplo incapacidad del sistema eléctrico, incapacidad en la dotación de recintos y superficies.
(13) En junio de 2006 fue anunciada por la Presidenta de la República, la Política Habitacional de Mejoramiento de la Calidad e Integración Social”, con medidas de aumento de financiamiento por parte del Estado, tendiente a aumentar las exigencias del estándar habitacional, promover la compra de terrenos mejor ubicados en la ciudad (próximos a servicios básicos), fomentar la dotación de equipamiento comunitario, entre otras.
(14) Comuna ubicada en la periferia de la ciudad capital de Santiago.
(15) Se trata de alternativas de cursos avanzados en las distintas áreas de formación: urbanismo, teoría, historia de arquitectura, construcción o estructuras, que el alumno puede escoger según sus intereses para profundizar en temas específicos.
(16) La DOM es la unidad local, dependiente del municipio,encargada de velar por el cumplimiento de la normativa que regula las edificaciones, y con ello tiene la facultad de otorgar o rechazar el permiso de edificación de un proyecto.
(17) La UF equivale a 20.000 pesos chilenos, aproximadamente, y 1 dolar equivale a 550 pesos chilenos, aprox. .
(18) Las obras de construcción se comenzaron el 30 de marzo de 2009, y al día de hoy, 14 de julio, se han intervenido 18 viviendas.
Revisar artículo sobre avance de las obras: http://infoinvi.uchilefau.cl/index.php/avanzan-obras-de-ampliacion-de-viviendas-sociales-en-san-bernardo-con-asistencia-tecnica-del-invi/
la nota 17 contiene un error, podría ser arreglado. la relación es inversa entre peso y dólar.
Muchas gracias Ulises, lo arreglaremos.
Término del Proyecto de 29 Ampliaciones de Vivienda en San Bernardo, asistido técnicamente por el INVI
Durante el mes de septiembre de 2009, se han concluido las 29 ampliaciones de viviendas en la población Villa V Centenario de la comuna de San Bernardo que asistió técnicamente el INVI. Las viviendas existentes, de 42 m2, se ampliaron en un segundo piso entre 15 y 18m2 quedando aquellas con una superficie final de 57 y 60 m2, respectivamente, habiéndose conseguido de este modo una performance notable en el Programa de Protección del Patrimonio Familiar, PPPF, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo en Región Metropolitana.
http://vivienda.uchilefau.cl/extension/newsletter/55.html