Las y los integrantes del Instituto de la Vivienda adherimos a la determinación de las estudiantes en la instalación del tema en la agenda pública y en la apertura de un debate necesario al interior de nuestra universidad. Si bien ha habido un avance en al menos la tematización de la desigualdad y discriminación de género, consideramos que estos aún son insuficientes para abordar de manera contundente la persistencia de prácticas que no sólo se remiten a una cuestión de género y que refieren de un modo general al abuso, el maltrato, la discriminación que se ejerce de manera cotidiana y naturalizada en los espacios académicos. Esto remite a la necesaria instalación de procesos de profunda y genuina reflexión -individual y colectiva- sobre nuestras propias prácticas y discursos y recurrir a la esencia de un espacio universitario: el pensamiento crítico.
Probablemente estos debates abran espacios insospechados respecto a la concepción de nuestros modos de convivencia, de relaciones interpersonales, del tratamiento de las jerarquías. En tal sentido, las estudiantes están instalando un horizonte que conlleva más desafíos que certezas y, por tanto, un escenario abierto y en construcción y el cual se debe configurar con máxima inclusión y sin atisbos de ningún tipo de discriminación. Cabe enfatizar que los espacios de reflexión y de aprendizaje que se abren deben superar el escenario coyuntural y nos deben involucrar a todos los estamentos, asumiendo un rol activo y propositivo en ellos.
En ese contexto, manifestamos explícitamente nuestro respaldo y adhesión a la Declaración Pública que han elaborado un importante grupo de académicas, docentes, funcionarias y egresadas del Instituto de Asuntos Públicos y de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo sobre las mismas materias. Nos parece que esa declaración, propone indicaciones que pueden contribuir en las necesarias nuevas formas y fondos de hacer Universidad.