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Jorge Larenas, académico INVI, escribe sobre el Día del Hábitat:

En 1985, el mismo año en que se creaba el Instituto de la Vivienda, la Asamblea General de Naciones Unidas acordaba la conmemoración del día mundial del hábitat fijando para ello cada primer lunes del mes de octubre, por tanto hoy estamos celebrando dicho acontecimiento, oportunidad en que se ha establecido como temática el espacio público y como objetivos se han declarado los siguientes:

  • Crear conciencia sobre la necesidad de espacios y vías públicas bien diseñadas y gestionadas
  • Desarrollar procesos y herramientas encaminadas a garantizar que los espacios públicos sean propicios y seguros para las mujeres y los niños, los ancianos y las personas con alguna forma de discapacidad.
  • Mejorar la cohesión comunitaria y la seguridad de todos los ciudadanos a través de actividades y eventos celebrados en espacios públicos y calles.
  • Contribuir a un diálogo político que se centre en la amplia gama de cuestiones relacionadas con la integración de los espacios y las vías públicas en la planificación urbana.
  • Identificar la formulación de políticas y los problemas de desarrollo de la capacidad en las que el sistema de la ONU, en particular, ONU-Hábitat, puede contribuir.
  • Identificar las partes interesadas en las zonas urbanas y que participan activamente en los debates que ofrecen soluciones para el desarrollo sostenible, especialmente en relación con el tema de los espacios públicos y las calles.
  • Contribuir a la aplicación de los propuestos de Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Sin duda que se trata de una problemática de profundo y transversal sentido contemporáneo al poner en el centro desafíos contra-cíclicos que apunten a revertir la tendencia que han marcado las últimas cuatro décadas: el repliegue de las prácticas hacia lo privado, la individuación como el eje de los proyectos vitales en desmedro de la cooperación y la solidaridad, la extensión de la desconfianza hacia el “otro”, por nombrar algunos de los elementos que la caracterizan. También es claro que un problema de esa magnitud y que podría ser denominado como un problema de “época” requiere esfuerzos que superan con creces el quehacer sectorial así como la capacidad de un gobierno, en la medida que requieren instalar la pregunta a los miembros de la sociedad respecto a cómo desean y esperan vivir juntos.

No obstante, en lo inmediato el desafío es poner atención en diversos aprendizajes recientes que develan la necesidad de desarrollar y aplicar metodologías innovadoras tanto para la observación y análisis de los problemas urbanos como para actuar desde y sobre ellos. Poner en diálogo el conocimiento técnico con los saberes y prácticas de los habitantes que incrementen la eficacia, la pertinencia y la sostenibilidad de las actuaciones sobre el espacio público en lo particular pero sobre los temas del hábitat en general. Éste es, precisamente, el desafío que interpela en su quehacer al Instituto de la Vivienda, el cual en tanto instituto de investigación en temas de hábitat residencial, se propone provocar el diálogo entre los distintos saberes que existen sobre esta problemática.

 

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